Nemboro. El poder de las ficciones (06)

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Nemboro. El poder de las ficciones (06)

Hasta las ficciones tienen poder

De cómo unos artefactos rituales inventados llegaron a archivos, mercados y memoria

 

Esta entrada forma parte de la serie "Nemboro. El poder de las ficciones", en la que exploro cómo las llamadas "nemboro"", unas máscaras tejidas que encontré en Panamá —comercializadas como artefactos rituales del pueblo indígena Emberá— me llevaron del encantamiento a la ruptura, y de un encuentro personal a preguntas más amplias sobre metadatos, ontología y ética de la clasificación. Cada entrega se sostiene por sí misma, pero en conjunto trazan una progresión: desde la seducción de los objetos hasta el reconocimiento de que incluso las ficciones —sobre todo las ficciones— modelan los sistemas de conocimiento. Todas las entradas de esta serie pueden consultarse en el índice de esta sección.

 

En la entrada anterior sostuve que la documentación nunca es neutral: catalogar es intervenir, clasificar es consagrar. Esa constatación marcó una ruptura en mi práctica. Pero la ruptura, por sí sola, no basta.

La ficción no era real, pero la mirada sí.

Era la mía: curiosa, atenta, entrenada para descifrar documentos y seducida por la posibilidad de sostener algo antiguo, cargado de significado. Esa mirada construyó un andamiaje de interpretación alrededor de un objeto de fibra de palma. Y ese andamiaje se mantuvo, hasta que dejó de hacerlo.

Pero la mirada no desapareció. Cambió.

Ahora sabe que debe detenerse antes de clasificar. Preguntar sobre la autoría antes de asignar autoridad. Reconocer el poder de los metadatos no solo para describir, sino también para inventar y borrar.

El bibliotecario también permanece. Sigue comprometido con la ética de la descripción, sigue creyendo que los documentos pueden enseñar. Pero ahora se compromete, sobre todo, a preguntar: ¿De quién es esta historia? ¿Y quién tiene derecho a contarla?

La máscara sigue colgada en mi pared. No es un artefacto ritual. Pero sigue siendo un documento. Uno que ahora contiene múltiples capas de interpretación, interrupción, conflicto, interés, mito, exotismo y ruptura.

Este texto nunca quiso ser una simple historia sobre una máscara. Es un caso de epistemología de los metadatos: de cómo la bibliotecología puede participar en la construcción del significado cultural, de cómo podemos ser cómplices de las ontologías que describimos, y de lo que puede significar construir sistemas descriptivos que puedan contener contradicciones, rupturas y dudas. Es la historia de lo que hacemos visible —y de lo que hacemos verdadero— cuando decidimos describir.

Esta es la mirada que permanece: herida, agudizada, responsable.

 

Posdata

Antes de publicar este artículo, lo compartí con una colega que ha trabajado estrechamente con las comunidades Emberá durante más de tres décadas. Ella confirmó lo que mi propia investigación había comenzado a sugerir: "Sí, las máscaras fueron una sugerencia de algunos consultores de desarrollo para que los Emberá pudieran diversificarse de los platos (en los que destacaban, mientras que los Wounaan destacan en las cestas finas). Diría que fue entre 2005 y 2010, pero no estoy del todo segura del año".

Su recuerdo no pretende tener certeza archivística, pero se alinea con los patrones más amplios descritos en esta serie, donde los imaginarios externos y las presiones del mercado moldean la producción indígena. Las máscaras, en otras palabras, no eran la continuación de una tradición ritual sino una estrategia de diversificación, nacida en la intersección entre las necesidades comunitarias y las expectativas foráneas.

También confirmé que las "máscaras" no son más que una aplicación de técnicas que los Emberá habían utilizado desde hacía mucho tiempo en la cestería. La empresa europea que más tarde las promocionó como piezas rituales "únicas" ofrece productos que se encuentran fácilmente en las calles de la Ciudad de Panamá por una fracción del precio, algo que descubrí mientras armaba mi propia colección personal y, en el proceso, apoyaba directamente a varias mujeres artesanas emberá.

Parece probable que esa misma empresa amplificara, y quizá codificara, la mitología ritual en torno a las nemboro, fabricando una ficción para aumentar su atractivo comercial. Pero, ya sea que esa ficción se haya originado en iniciativas de desarrollo, en relatos locales estratégicos o en el marketing europeo, lo que importa es la rapidez con que adquirió el peso de la verdad.

Esta serie ha trazado un camino del encantamiento a la ruptura, del objeto a la ontología. Lo que queda es una práctica bibliotecaria capaz de sostener la incertidumbre con el mismo cuidado con que sostiene los hechos. Una que reconoce que incluso las ficciones tienen poder ontológico y de metadatos.

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.
Fecha de publicación: 23.09.2025.
Foto: "Folk art Handwoven decorative mask from Panama, Nemboro". En Selency [Enlace].