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Dejando atrás las bibliotecas verdes (6 de 10)
Menos es más
El minimalismo en la práctica bibliotecaria
Esta nota forma parte de una serie que cuestiona el statu quo de las "bibliotecas verdes", denunciando el greenwashing y el tokenism, y explorando alternativas viables, como el minimalismo, el decrecimiento, el upcycling y las "bibliotecas lentas" (slow libraries). Consulte todas las notas en el índice de esta sección.
Introducción
El minimalismo es una filosofía que aboga por la simplicidad, la intencionalidad y la reducción del exceso. Desafía la idea convencional de que más es intrínsecamente mejor haciendo hincapié en la calidad, la eficiencia y el uso deliberado de los recursos.
En el caso de las bibliotecas —instituciones históricamente famosas por sus colecciones en constante expansión y crecimiento—, un enfoque minimalista exige un replanteamiento radical del modo en que se conservan los conocimientos, se gestionan los espacios y se consumen los recursos. En esta entrada sostengo que, al adoptar el minimalismo, las bibliotecas no sólo pueden reducir su impacto ambiental, sino también alinearse con movimientos éticos y ecológicos más amplios que valoran la sostenibilidad por encima de la expansión incesante.
Reformar las políticas de colecciones
Tradicionalmente, las bibliotecas han sido alabadas por sus vastas colecciones, depositarias de riqueza cultural y patrimonio intelectual. Sin embargo, en la era actual de la hiperproducción, en la que se publican nuevos títulos a un ritmo sin precedentes, las bibliotecas se ven inundadas por un volumen abrumador de libros.
Esta acumulación incesante pone a prueba la capacidad de almacenamiento y dispara la energía necesaria para la climatización y el mantenimiento, perpetuando ciclos insostenibles de consumo y despilfarro. Un enfoque minimalista del desarrollo de las colecciones significa replantearse cómo se seleccionan y mantienen los recursos.
En lugar de añadir indiscriminadamente más artículos, las bibliotecas pueden aplicar criterios de selección rigurosos que den prioridad a la relevancia, la longevidad y el valor para la comunidad. Los procesos regulares de expurgo pueden eliminar duplicados, materiales obsoletos y artículos infrautilizados, garantizando que las colecciones sigan siendo dinámicas, específicas y responsables con el medio ambiente.
Racionalizar el uso de la energía y las operaciones diarias
El minimalismo va mucho más allá de las colecciones y se extiende a todas las facetas del funcionamiento de una biblioteca.
Las bibliotecas modernas se enfrentan a grandes demandas energéticas derivadas de la iluminación, los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado y las infraestructuras digitales. Al adoptar un modelo operativo minimalista, las bibliotecas pueden revisar rigurosamente sus prácticas y eliminar los procesos que generan despilfarro. Por ejemplo, invertir en iluminación inteligente que se ajuste en función de la ocupación y la luz natural, así como en modernos sistemas de climatización, puede reducir drásticamente el consumo de energía. Repensar el diseño de los espacios para maximizar la luz natural y la circulación del aire reduce aún más la dependencia de los sistemas artificiales.
Estas medidas no sólo reducen los costes, sino también la huella ambiental global, lo que refleja un auténtico compromiso con las prácticas sostenibles.
Conectando el minimalismo con movimientos ecológicos y éticos
En esencia, el minimalismo es un desafío directo a la cultura consumista que equipara el progreso con la acumulación sin fin. Cuestiona que el verdadero avance se mida por cuánto se añade en lugar de por cómo se utilizan sabiamente los recursos.
Para las bibliotecas, adoptar el minimalismo significa alinearse con movimientos como el decrecimiento y la economía circular, que abogan por la moderación y el equilibrio ecológico a largo plazo. Este cambio filosófico también aborda cuestiones de equidad y justicia, ya que cuestiona los costes medioambientales del consumo excesivo, una carga que a menudo recae de forma desproporcionada en las comunidades vulnerables. De este modo, el minimalismo no es una mera estrategia práctica, sino una postura ética que redefine lo que significa ser sostenible.
Pasos prácticos hacia el minimalismo en las bibliotecas
Llevar el minimalismo a la práctica requiere una revisión exhaustiva tanto de las políticas como de las operaciones.
En primer lugar, las bibliotecas deben replantearse sus estrategias de adquisición. En lugar de perseguir la expansión interminable de sus colecciones, las instituciones pueden centrarse en la conservación reflexiva. Cada nueva adquisición debe evaluarse no sólo por su utilidad inmediata, sino también por su pertinencia y durabilidad a largo plazo. Institucionalizar sesiones periódicas de depuración garantiza que sólo permanezcan los recursos con valor sostenido, reduciendo tanto el desorden físico como los costes medioambientales asociados al almacenamiento.
Paralelamente, las bibliotecas deberían replantearse su infraestructura física. En lugar de construir nuevas instalaciones para albergar colecciones cada vez mayores, pueden centrarse en la reutilización adaptativa de los espacios existentes. Modernizar los edificios más antiguos con tecnologías energéticamente eficientes, potenciar la iluminación natural y mejorar el aislamiento puede reducir drásticamente el consumo de energía y preservar al mismo tiempo el patrimonio cultural. Del mismo modo, a medida que crecen las colecciones digitales, resulta esencial equilibrar esta expansión con prácticas digitales sostenibles, como la optimización del uso de los servidores y la inversión en energía verde para los centros de datos.
Además, las bibliotecas tienen el poder de influir en sus comunidades fomentando una cultura de sostenibilidad. Organizar talleres sobre reparación, reciclaje y conservación de recursos puede animar a los usuarios a adoptar prácticas minimalistas en sus propias vidas. Al integrar la sostenibilidad y el compromiso con la comunidad en la programación, las bibliotecas se convierten en modelos vivientes del estilo de vida ético que promueve el minimalismo.
Por último, desde las adquisiciones hasta las operaciones diarias, cada decisión puede guiarse por el mantra de "menos es más". Optar por productos duraderos y reparables y resistirse a la tentación de la rápida obsolescencia tecnológica transforma las bibliotecas de depósitos pasivos en defensores activos de un futuro sostenible.
Librándose de la sostenibilidad simbólica
El atractivo superficial de las medidas de sostenibilidad simbólicas ha ocultado durante mucho tiempo los problemas más profundos del consumo excesivo y el despilfarro. El minimalismo, por el contrario, ofrece una alternativa transformadora que exige elecciones deliberadas y cambios estructurales.
Al replantearse las políticas de recogida, racionalizar las operaciones e integrar prácticas sostenibles en todas las facetas de su trabajo, las bibliotecas pueden reducir significativamente su impacto ambiental y servir como poderosos modelos de gestión ética de los materiales.
En un mundo de recursos finitos, el minimalismo no consiste en sacrificar el acceso al conocimiento, sino en redefinir el progreso en términos de eficiencia, calidad y equilibrio a largo plazo. Las bibliotecas que lo adopten pueden convertirse en faros de verdadera sostenibilidad, inspirando cambios sociales más amplios hacia un futuro más equitativo y ecológico.
Acerca de la entrada
Texto: Edgardo Civallero.
Fecha de publicación: 21.02.2024.
Foto: "Can Minimalism Transcend Its Own Trendiness". En NUVO Magazine [Enlace].