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La taxonomía de la ausencia (03)
Archivando a los ocupados
Colonialismo y organización del conocimiento
Este post forma parte de una serie que revisa el descolonialismo en bibliotecas, archivos y otros espacios similares, desde la perspectiva del Sur Global y los márgenes, y cómo el colonialismo afecta a las colecciones, el personal, los servicios, las actividades, las políticas y los resultados. Todas las entradas de esta serie pueden consultarse en el índice de esta sección.
Introducción
El legado del trabajo de campo científico en las regiones tropicales no se limita a los especímenes recogidos o a los artículos publicados. Se extiende a los propios archivos que albergan esos materiales, donde el conocimiento se forma, se enmarca y a menudo se distorsiona por la política de su recopilación. Para los archivistas, bibliotecarios y trabajadores de la memoria, la cuestión de cómo documentar y organizar los materiales científicos coloniales exige tener en cuenta las estructuras de poder que dieron forma a su creación y difusión.
Cuando nos fijamos en las expediciones científicas en los trópicos, debemos preguntarnos: ¿Cómo se omitieron en el registro las voces de las personas que facilitaron esas expediciones y cuyos conocimientos las hicieron posibles? ¿Cómo abordamos el hecho de que el propio archivo, en su propia formación, reforzara las estructuras coloniales de poder?
La catalogación desde una perspectiva colonial
El primer paso para abordar las raíces coloniales del trabajo científico de campo es comprender los propios archivos. Muchos de los especímenes, diarios y notas de campo que se conservan en instituciones científicas de todo el mundo se recogieron en condiciones coloniales. Sin embargo, cuando esos materiales se catalogaron, se organizaron con arreglo a marcos que generalmente excluían las contribuciones de los guardianes indígenas del conocimiento, los guías locales y otros colaboradores.
Los sistemas de clasificación utilizados en esos archivos —la taxonomía biológica, los descriptores geográficos, las categorías antropológicas...— estuvieron moldeados por agendas colonialistas. Los nombres que aparecieron en esos registros rara vez fueron los de los indígenas o campesinos que guiaron las expediciones o identificaron los especímenes; en su lugar, se conservaron los nombres de los exploradores, científicos e instituciones europeas. La documentación científica se convirtió, en esencia, en una herramienta para seguir colonizando, reforzando la idea de que el conocimiento sólo podía ser válido si se ajustaba a las epistemologías occidentales.
Para los bibliotecarios y archivistas que trabajan hoy con estas colecciones, la cuestión es la siguiente: ¿Cómo catalogamos el conocimiento que ha sido extraído, clasificado erróneamente o borrado? ¿Cómo conciliamos los datos de los archivos con el imperativo ético de hacer que esos materiales sean accesibles, responsables y restauradores?
Ética de la autoría y la atribución
Uno de los principales retos de la descolonización de los archivos científicos es la cuestión de la autoría. Los registros científicos, desde los diarios de campo hasta las listas de especímenes, suelen citar los nombres de científicos europeos, pero rara vez reconocen a los colaboradores locales que hicieron posible el trabajo de campo. El papel de los guías locales, intérpretes y guardianes del conocimiento suele quedar relegado a un segundo plano, si es que se los menciona.
Como bibliotecarios, tenemos la responsabilidad no sólo de mantener esos registros, sino también de cuestionar su integridad. La autoría en los archivos científicos debe reflejar la naturaleza colaborativa de la producción de saberes. Esto incluye añadir la atribución de los colaboradores locales y los guardianes del conocimiento, cuando sea posible, y proporcionar metadatos que reconozcan su labor intelectual. Además, exige cuestionar los sistemas de catalogación existentes —que dan prioridad a metodologías y marcos occidentales— y, en su lugar, tratar de incorporar los sistemas de conocimiento y las epistemologías indígenas y locales.
La catalogación ética implica ampliar el alcance de la autoría más allá del tradicional "investigador principal" y reconocer el trabajo colectivo que sustenta el descubrimiento científico. Esto puede implicar crear sistemas de indización alternativos, vincular las colecciones científicas con historias orales y colaborar con comunidades locales para garantizar que el conocimiento esté representado y acreditado adecuadamente.
Reformulando el archivo: Vinculando sistemas de conocimiento
Una parte fundamental de la labor de descolonización de los archivos consiste en reconocer las limitaciones de los sistemas de clasificación tradicionales. Los sistemas occidentales de catalogación y clasificación —ya sea en bibliotecas, archivos o museos— se basan en epistemologías que suelen excluir formas de conocimiento no occidentales. Los sistemas de conocimiento indígenas, por ejemplo, suelen ser orales, experienciales y relacionales, en lugar de basados en texto y fijos en el tiempo.
En el contexto del trabajo de campo científico en los trópicos, esto supone un reto único. Los especímenes pueden clasificarse según las taxonomías occidentales, pero los conocimientos que encierran —su significado cultural, su función ecológica y sus usos tradicionales— a menudo se mantienen invisibles. Esta laguna en la clasificación no sólo distorsiona el registro histórico, sino que perpetúa la eliminación de las epistemologías indígenas y locales.
Para solucionar este problema, archivistas y bibliotecarios deben adoptar un enfoque clasificatorio más flexible. Esto podría incluir la incorporación de nombres, significados y usos indígenas y locales en los metadatos de los especímenes científicos. También podría incluir referencias cruzadas de especímenes botánicos o zoológicos con sistemas de conocimiento e historias orales indígenas y locales. Estas prácticas no sólo enriquecen el registro, sino que también proporcionan una representación más precisa y holística de los conocimientos transmitidos de generación en generación.
Pasos prácticos para descolonizar los archivos
La descolonización de los archivos científicos no consiste sólo en añadir nuevos metadatos o reconocer omisiones, sino en replantearse todo el proceso de producción de conocimiento, documentación y acceso. Para restaurar realmente el registro, archivistas y bibliotecarios deben colaborar con las comunidades en las que se originó la información, asegurándose de que sus voces no sólo se escuchan, sino que se integran en el proceso de documentación en curso.
La descolonización de los archivos científicos exige abordar varias cuestiones clave, empezando por la necesidad de consultar a las comunidades locales. Solo a través de la colaboración con los poseedores de conocimientos indígenas y locales podemos garantizar que sus aportaciones se reconozcan e integren adecuadamente en el archivo. Este proceso de colaboración ayuda a construir un registro más completo, que refleje las diversas voces que dieron forma al conocimiento que ahora poseemos.
Otro aspecto importante es la reevaluación de los sistemas de catalogación existentes. Esos sistemas, que tradicionalmente se han basado en epistemologías occidentales, a menudo no representan todo el espectro de conocimientos presentes en el registro científico. Para descolonizar el archivo, estos sistemas deben ser revisados críticamente y ajustados para que incluyan más epistemes distintas, en particular las indígenas y locales, históricamente marginadas o borradas.
El proceso de creación de archivos colaborativos también es crucial para avanzar hacia un espacio descolonizado. Los archivos deben reflejar la naturaleza colaborativa de la producción de conocimiento, donde las contribuciones de los gestores locales tengan el mismo valor que las de los científicos "oficiales". Esto significa no sólo reconocer el papel de los guías e informadores locales, sino también garantizar que sus voces se conservan en los archivos.
Por último, debemos abordar la cuestión de la procedencia y los metadatos. Las colecciones científicas suelen llevar un legado colonial en su documentación, y es vital garantizar que la procedencia de esos materiales esté plenamente documentada. Los metadatos deben reflejar el contexto colonial en el que se crearon esas colecciones, reconociendo la dinámica de poder que determinó la producción y el uso de los materiales. De este modo, empezaremos a corregir la narrativa histórica y a hacer del archivo un reflejo más fiel del pasado.
Hacia un archivo más integrador
La labor de descolonización de los archivos científicos exige algo más que un cambio superficial en la forma de catalogar o de presentar los materiales. Exige una modificación fundamental en la forma de entender el propio conocimiento. Es preciso reconocer la naturaleza colaborativa y a menudo controvertida de la producción de saberes para que podamos crear archivos más inclusivos: archivos que respeten a todos los contribuyentes y reconozcan las dinámicas de poder que dieron forma a los registros que hoy conservamos.
Como bibliotecarios, archivistas y trabajadores de la memoria, tenemos la oportunidad única —y la responsabilidad ética— de transformar la forma en la que se documenta, almacena y comparte la información. Podemos contribuir a la creación de un archivo que no sea un mero reflejo de la historia, sino un espacio para la restitución, la reparación y la justicia.
Acerca de la entrada
Texto: Edgardo Civallero.
Fecha de publicación: 08.04.2025.
Foto: "Molas and other Guna art". En San Blas Islands [Enlace].