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Decolonizando mi biblioteca (9 de 15)
Redefiniendo las normas de catalogación para un mundo diverso
Prácticas de catalogación culturalmente relevantes
Este post forma parte de una serie que revisa el descolonialismo en bibliotecas, archivos y otros espacios similares, desde la perspectiva del Sur Global y los márgenes, y cómo el colonialismo afecta a las colecciones, el personal, los servicios, las actividades, las políticas y los resultados. Todas las entradas de esta serie pueden consultarse en el índice de esta sección.
Introducción
La catalogación es algo más que un proceso técnico: es un acto que da forma a cómo entendemos e interactuamos con el conocimiento. Como columna vertebral de los sistemas bibliotecarios, la catalogación determina cómo se organizan los recursos, cómo se accede a ellos y, en última instancia, cómo los interpretan los usuarios.
Durante décadas, normas bibliográficas como la Clasificación Decimal Dewey (CDD) y los Encabezamientos de Materia de la Biblioteca del Congreso (LC) han sido esenciales para organizar el conocimiento. Sin embargo, estos sistemas generalmente se han desarrollado y estructurado en un marco eurocéntrico, reflejando ideologías occidentales e ignorando la riqueza y complejidad de los sistemas de conocimiento no occidentales, indígenas y marginalizados.
Aunque estas reglas tan reconocidas han sido de utilidad en el pasado, el panorama mundial de la gestión del conocimiento está evolucionando rápidamente, y la necesidad de prácticas inclusivas en la catalogación nunca ha sido más urgente. Si replantean sus procesos técnicos desde una perspectiva decolonial, las bibliotecas tienen la oportunidad de construir sistemas y lenguajes documentales que no sólo reflejen la diversidad del conocimiento global, sino que también afirmen el valor de todas las culturas y tradiciones desde una posición de equidad.
Las prácticas de catalogación culturalmente relevantes no deberían limitarse a añadir recursos "otros" a la colección: deberían centrarse en garantizar que tales recursos estén correctamente clasificados e indizados, que sean accesibles y que sean tratados con el respeto que merecen — y pierdan el calificativo de "otros". Esta entrada explorará la importancia de este tipo de catalogación, los prejuicios inherentes a los sistemas tradicionales, y los pasos que las bibliotecas pueden dar para crear estructuras de conocimiento más inclusivas y equitativas.
El impacto colonial en la catalogación
Históricamente, las prácticas de catalogación han estado moldeadas por las normas académicas y culturales occidentales, que han dominado los sistemas de conocimiento durante siglos. Esquemas como CDD y LC se diseñaron desde una perspectiva eurocéntrica, categorizando y clasificando los recursos de acuerdo a conceptos, ideologías y epistemologías occidentales. Semejantes sesgos quedaron incrustados en la propia estructura de esos lenguajes documentales. Los sistemas de conocimiento no occidentales e indígenas, por ejemplo, suelen ser clasificados bajo "mitología", "folclore" o incluso "culturas primitivas", lo cual refuerza la idea de que esas epistemes son inferiores o secundarias al saber científico o histórico occidental.
Estas clasificaciones tienen un profundo impacto en cómo se percibe y cómo se trata el saber y la memoria. Al relegar las perspectivas no occidentales a categorías marginales, estos sistemas de catalogación perpetúan una jerarquía del conocimiento que privilegia los puntos de vista occidentales y silencia los demás. El componente colonial de estos esquemas sigue determinando la forma en que las bibliotecas recopilan, organizan y presentan los materiales, dejando a menudo sin representación, incomprendidos o mal categorizados los conocimientos indígenas, africanos, asiáticos y latinoamericanos.
Tal influencia colonial no es un mero hecho histórico, sino que sigue presente hoy en día en muchos sistemas de gestión del conocimiento. Aunque las bibliotecas han avanzado en la diversificación de sus colecciones, la catalogación de sus materiales a menudo respeta unas prácticas que resultan anticuadas y sesgadas, y que limitan el acceso a materiales auténticos de culturas no occidentales e indígenas.
La necesidad de una catalogación culturalmente pertinente
La catalogación culturalmente relevante es fundamental para las bibliotecas que aspiran a ser inclusivas, equitativas y representativas de la diversidad global del conocimiento. Cuando las prácticas de catalogación se basan en la sensibilidad cultural, no sólo proporcionan una representación más precisa de la información global, sino que también permiten a las comunidades marginalizadas ver sus culturas e historias reflejadas en las colecciones bibliotecarias. Más que un ajuste técnico, se trata de un cambio fundamental en la forma en que las bibliotecas entienden y valoran saberes y recuerdos.
Un componente central de la catalogación culturalmente relevante es cuestionar el dominio histórico de las narrativas occidentales. Si revisa y cuestiona los términos, las categorías y los esquemas utilizados para clasificar, las bibliotecas pueden desmantelar los prejuicios eurocéntricos que durante tanto tiempo han conformado sus prácticas. Esto implica no sólo reevaluar las categorías en las que se colocan los materiales no occidentales e indígenas, sino también repensar el lenguaje utilizado en la catalogación. Por ejemplo, términos como "mito", "folclore" o "superstición" pueden sustituirse por descriptores más respetuosos y precisos, como "tradiciones indígenas" o "conocimientos tradicionales".
La adopción de prácticas de catalogación culturalmente relevante también mejora la accesibilidad de las colecciones para usuarios diversos. Cuando los materiales se categorizan respetando los contextos culturales e intelectuales de los que proceden, hay más probabilidades de que los usuarios se relacionen con estos recursos de manera significativa. Esto también garantiza que todos los usuarios —independientemente de su procedencia— puedan encontrar conocimientos que hablen de sus propias experiencias e historias. Por ejemplo, en lugar de etiquetar las tradiciones orales africanas como "literatura oral", catalogarlas como "tradiciones narrativas africanas" permite una representación más respetuosa y precisa de tales prácticas culturales.
Retos de la catalogación culturalmente relevante
A pesar de la clara necesidad de una reforma, la aplicación de prácticas de catalogación culturalmente relevante se enfrenta a varios retos. El mayor obstáculo es el dominio de los sistemas existentes. La Clasificación Decimal Dewey y los Encabezamientos de Materia de la Biblioteca del Congreso (LC) están tan arraigados en la práctica bibliotecaria que cualquier intento de revisarlos o sustituirlos encuentra resistencia. Los bibliotecarios pueden sentirse limitados por los presupuestos institucionales, la formación y la falta de alternativas suficientes.
Un reto en particular es la falta de sistemas estandarizados y reconocidos mundialmente que puedan sustituir a los eurocéntricos. Si bien se han propuesto algunas iniciativas, como el Sistema de Clasificación Indígena, que sirvan como alternativas más sensibles desde el punto de vista cultural, su adopción no está muy extendida. Además, muchas bibliotecas pueden considerar que el coste y la complejidad de la transición a nuevos esquemas son demasiado elevados, especialmente cuando se enfrentan a recortes presupuestarios o a recursos limitados.
Otro reto importante es la dificultad inherente para conciliar el carácter universal de los sistemas de clasificación bibliotecaria con los saberes específicos y localizados que a menudo pasan por alto. Muchas culturas no occidentales no adhieren a la concepción occidental del conocimiento, que suele organizarse en categorías jerárquicas y lineales. Los sistemas no occidentales tienden a ser más fluidos, holísticos e interconectados, lo que suele dificultar la categorización cuando se usan sistemas como Dewey o LC. Los catalogadores suelen terminar viéndose forzados a sortear la tensión entre la universalidad de los sistemas de catalogación más conocidos y la diversidad de conocimientos que existe a nivel global.
Hacia prácticas de catalogación culturalmente relevante
Las bibliotecas deberían empezar por evaluar los encabezamientos de materia utilizados en sus sistemas de catalogación, en particular los que abordan conocimientos no occidentales o marginalizados. Los recursos sobre culturas indígenas, por ejemplo, no deberían relegarse a categorías como "primitivo" o "mitología". En su lugar, las bibliotecas pueden utilizar términos más respetuosos y adecuados al contexto, como "culturas indígenas" o "sabiduría nativa". Tal replanteamiento y reclasificación ayuda a reconocer el valor del conocimiento no occidental en sus propios términos, en lugar de a través de una lente eurocéntrica.
Una táctica posible es desarrollar sistemas de clasificación localizados, que reflejen las culturas y tradiciones específicas de las comunidades a las que se presta servicio. Continuando con el ejemplo anterior, las bibliotecas que atienden a poblaciones indígenas podrían desarrollar un esquema de clasificación que tenga en cuenta los saberes locales, las prácticas espirituales y la comprensión ecológica. Dicho esquema podría integrarse en alguno de los sistemas de catalogación más generales, como Dewey o LC, lo que permitiría a las bibliotecas respetar la especificidad cultural y, al mismo tiempo, mantener la coherencia entre las colecciones.
Los bibliotecarios deben dar prioridad a la colaboración con las comunidades con las que trabajan. El compromiso con los grupos indígenas, las minorías étnicas y otras comunidades marginalizadas garantiza que sus perspectivas estén representadas con exactitud en el proceso de catalogación. Esto podría implicar trabajar con los líderes comunitarios y los gestores / guardianes de saberes y recuerdos para garantizar que las prácticas de clasificación de la biblioteca se ajustan a los valores culturales locales. Semejante colaboración podría asegurar que el manejo de la información no se imponga desde el exterior, sino que se construya desde el interior.
Los bibliotecarios y catalogadores deberían recibir formación especializada en competencias culturales y prácticas decoloniales. Esta formación debería abordar la historia de la colonización en el ámbito de la bibliotecología y las ciencias de la información, proporcionar conocimientos sobre las epistemologías de las culturas no occidentales, y ayudar a los catalogadores a navegar por las complejidades de la decolonización de los sistemas de saber. La formación debería ser continua, ya que los conocimientos culturales evolucionan constantemente, y las prácticas de catalogación deberían ser dinámicas, para adaptarse a los nuevos eventos.
Las bibliotecas también podrían utilizar la tecnología para mejorar las prácticas de catalogación culturalmente relevante. Los recursos digitales, las normas de metadatos y las herramientas de clasificación en línea pueden ayudar a crear marcos de catalogación más adaptables e inclusivos. Mediante el uso de la tecnología, las bibliotecas pueden mejorar la capacidad de categorizar el conocimiento de diversos contextos culturales sin perder integridad.
La reforma de la catalogación debería ir acompañada de cambios en las políticas de desarrollo de colecciones. Las bibliotecas deberían dar prioridad a la inclusión de materiales diversos y asegurarse de que se categorizan adecuadamente. Podrían, por ejemplo, centrarse en la recopilación de literatura, arte y recursos históricos indígenas, y asegurarse de que esos materiales se catalogan de forma que reflejen su importancia cultural. Esta práctica no sólo amplificaría las voces marginalizadas, sino que también cuestionaría claramente el legado colonial incrustado en las colecciones bibliotecarias.
Conclusión
Redefinir las normas de catalogación resulta un aspecto esencial en el proceso de generación de espacios bibliotecarios que reflejen la diversidad intelectual global. A medida que se avanza, las bibliotecas deben replantearse los sistemas de trabajo tradicionales y adoptar prácticas culturalmente relevantes que honren las epistemes de todas las culturas, especialmente de aquellas que se han visto históricamente marginalizadas.
El acto de catalogar no es un proceso neutral, ni uno puramente técnico: es una forma muy poderosa de gestionar saberes y recuerdos. Una que da forma a se ven, aprecian y entienden las diversas culturas y tradiciones. Al evaluar y decolonizar sus prácticas de catalogación, las bibliotecas pueden darle visibilidad y valor a todos los distintos sistemas de conocimiento, y contribuir así a la creación de entornos de información más equitativos e inclusivos. El viaje para redefinir el conocimiento comienza en el catálogo, y las bibliotecas están bien posicionadas para marcar el camino.
Acerca de la entrada
Texto: Edgardo Civallero.
Fecha de publicación: 25.02.2025.
Foto: "Cataloging". En Librarianship Studies [Enlace].