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Decolonizando mi biblioteca (3 de 15)

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Descifrando la trampa de la narrativa eurocéntrica

Decolonizando mi biblioteca (3 de 15)

[Identificar y cuestionar las narrativas eurocéntricas]

 

Introducción

En el corazón de toda colección bibliotecaria hay una narrativa.

Estas narrativas conforman la forma en que entendemos la historia, la identidad y la cultura y, con demasiada frecuencia, se construyen sobre el marco distorsionado del eurocentrismo. Los discursos eurocéntricos elevan las historias, perspectivas y logros de Europa y sus descendientes, mientras que disminuyen o silencian los de la mayoría global. Semejantes relatos no sólo existen en libros de texto o enciclopedias, sino que están arraigados en las propias estructuras de conocimiento y autoridad que guían las prácticas bibliotecarias (y archivísticas y museísticas): desde las adquisiciones hasta la catalogación, pasando por las estanterías y la programación.

A medida que las bibliotecas avanzan hacia la descolonización, deben hacer frente a esta realidad. Debemos preguntarnos: ¿Qué historias estamos contando? ¿Y qué historias estamos dejando fuera? El acto de descolonizar el conocimiento no consiste sólo en añadir nuevas voces a la conversación, sino en replantearse radicalmente el marco en el que se cuentan todas las historias. El proceso requiere un cambio fundamental, un alejamiento de las visiones unidimensionales de la historia y el conocimiento, y el compromiso de crear un espacio para las historias que, durante mucho tiempo, han sido excluidas o marginadas.

 

El eurocentrismo: Una imposición histórica

El eurocentrismo, la creencia de que la cultura y los valores europeos son la norma que define toda la civilización humana, tiene profundas raíces históricas. Surgió de la expansión de los imperios europeos y de la justificación ideológica de la dominación colonial. La llamada "Era de los Descubrimientos" tuvo poco que ver con descubrimientos y mucho con la expansión de las potencias imperiales europeas, que reclamaban tierras y pueblos "nuevos" y los reinterpretaban a través de su propio prisma de superioridad. Esta visión del mundo veía a África, Asia y América como pizarras en blanco, a la espera de ser "civilizadas" por Europa.

Como escribe Edward Said (2003, 1), "Oriente fue casi una invención europea ... un lugar de romanticismo, seres exóticos, recuerdos y paisajes inquietantes, experiencias extraordinarias". En este marco, "Oriente" era retratado como lo opuesto a "Occidente": irracional, atrasado y necesitado de la intervención y orientación occidentales. Estas ideas distorsionadas impregnaron la literatura occidental, el mundo académico e incluso los sistemas de bibliotecas que estaban surgiendo en la época.

Este colonialismo cultural e intelectual no se limitó a la conquista de tierras, sino que se extendió a la conquista de mentes. Los sistemas de conocimiento surgidos en Europa se convirtieron en la norma mundial, y las epistemes de los pueblos colonizados quedaron relegadas a los márgenes. Los relatos eurocéntricos se convirtieron en el marco dominante en el que se escribía la historia y se producía el conocimiento, configurando la forma en que las bibliotecas recopilaban, organizaban y difundían la información.

Aún hoy, el legado colonial sigue influyendo en las prácticas académicas y bibliotecarias. Aunque la descolonización ha sido un tema central en muchos ámbitos académicos, a menudo se pasa por alto o se subestima la tarea de hacer frente a la omnipresente narrativa eurocéntrica en las bibliotecas. Históricamente, las bibliotecas se han considerado espacios neutrales, pero la neutralidad en sí misma es una posición que a menudo se alinea con el statu quo, que ha beneficiado a las potencias coloniales y ha dejado a los grupos marginados con un acceso limitado a todo el amplio espectro de sus propias historias y conocimientos.

 

El sutil poder de las narrativas eurocéntricas en las bibliotecas

El eurocentrismo no siempre es explícito. A menudo opera de forma sutil, entretejido en el tejido de los sistemas bibliotecarios, los recursos educativos e incluso las prácticas cotidianas. Se puede encontrar una narrativa eurocéntrica en:

Como señalan Tuck y Yang en su famoso artículo, "la descolonización no es una metáfora". En el contexto bibliotecario, esto significa que enfrentarse a las narrativas eurocéntricas no consiste sólo en añadir más libros de autores no occidentales a nuestras estanterías. Se trata de desmantelar los sistemas que han privilegiado esas narrativas en primer lugar. No podemos simplemente añadir diversidad a las estructuras existentes sin reimaginarlas y remodelarlas.

 

Descifrando la trampa de la narrativa eurocéntrica

Para hacer frente al dominio de las narrativas eurocéntricas, las bibliotecas deben empezar por reconocer en donde está la trampa. El eurocentrismo lo ha moldeado todo, desde la estructura del conocimiento hasta la forma en que enseñamos y catalogamos. Para desmantelarlo, debemos descifrar su dominio sobre las instituciones y las prácticas que heredamos.

Una de las medidas más inmediatas que pueden tomar las bibliotecas es enfrentarse a la noción de un canon "universal" del conocimiento. El canon occidental tradicional se considera a menudo el estándar más elevado de los logros intelectuales. Sin embargo, es profundamente selectivo y excluyente. Para acabar con él, las bibliotecas deben gestionar colecciones que den prioridad a la diversidad de voces, perspectivas y tradiciones intelectuales. Esto significa reconocer que el conocimiento adopta muchas formas —tradiciones orales, filosofías indígenas, epistemologías alternativas— y que todas deben tratarse con el mismo respeto que los textos occidentales. Las bibliotecas también deben considerar la forma en que tratan a los "clásicos". En lugar de limitarse a preservar el viejo canon, deberían crear espacios para que esos textos sean tratados de forma crítica. ¿Qué significa enseñar a Shakespeare o a Homero junto a las tradiciones orales indígenas o la filosofía africana? ¿Podemos leer a Platón sin cuestionar la forma en que estos textos se utilizaron para justificar los sistemas coloniales? Este es el tipo de trabajo que permitirá a las bibliotecas empezar a liberarse de la trampa narrativa eurocéntrica.

El lenguaje que utilizamos para categorizar el conocimiento también debe ser cuestionado. Un ejemplo sencillo de sesgo eurocéntrico se encuentra en los encabezamientos de materia que clasifican el conocimiento indígena bajo términos como "folclore" o "mitología", reduciendo los complejos sistemas de conocimiento cultural a historias pintorescas e irrelevantes. Al revisar las normas de clasificación para incluir formas no occidentales de conocer y ser, las bibliotecas pueden empezar a crear sistemas de organización del conocimiento más inclusivos y respetuosos. Estos cambios no deberían limitarse a añadir términos a los encabezamientos de materia existentes, sino que también deberían implicar un examen exhaustivo de las formas en las que se conceptualiza y ordena el conocimiento.

¿Otro paso? Las bibliotecas tienen un papel fundamental a la hora de amplificar las voces de quienes han sido marginados históricamente. Esto significa no sólo recopilar y conservar textos de autores indígenas, académicos negros y escritores del Sur Global, sino también dar prioridad a su visibilidad en los sistemas de catálogos, listas de lectura y programas bibliotecarios. Las bibliotecas deben utilizar sus plataformas para elevar las perspectivas no occidentales, ofreciendo programas y recursos que fomenten un compromiso más profundo con estas comunidades.

Por último, las bibliotecas también pueden establecer relaciones internacionales con bibliotecas y archivos del Sur Global. Los esfuerzos de colaboración en el desarrollo de colecciones, la puesta en común de recursos y el intercambio de conocimientos pueden ayudar a interrumpir el flujo de conocimientos que tradicionalmente ha sido unilateral, de Occidente al resto del mundo. Estas relaciones permiten a las bibliotecas comprometerse con sistemas de conocimiento que han sido marginados y ofrecer una visión más holística del patrimonio intelectual mundial.

 

El camino por recorrer

Desafiar las narrativas eurocéntricas no es tarea fácil, y es un camino que será diferente en cada institución. Pero es necesario. La descolonización exige un cambio radical en la forma de concebir el conocimiento, la historia y el poder. Las bibliotecas, como depositarias del conocimiento, no sólo deben reflejar la sociedad, sino participar activamente en su remodelación. Al enfrentarse a la trampa narrativa eurocéntrica, las bibliotecas pueden convertirse en espacios de liberación, no sólo de información.

Deberíamos tener presentes las palabras de bell hooks (1994: 105): "¿Dónde están nuestros libros sobre raza y feminismo y otros aspectos de la teoría feminista, obras que ofrezcan nuevos enfoques y comprensión?" Asegurémonos de que los libros que compartimos reflejan toda la gama de la experiencia humana, que nos invitan a un mundo diverso, justo y verdaderamente representativo de las historias de todas las personas.

 

Referencias

 

Acerca de la entrada

Texto: Edgardo Civallero.

Fecha de publicación: 10.12.2024.

Foto: "Indigenous". En Flickr [Enlace].