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Confrontando las sombras coloniales en nuestras colecciones
Decolonizando mi biblioteca (2 de 15)
[El impacto de la historia colonial en las colecciones bibliotecarias]
Introducción
Las bibliotecas a menudo se consideran espacios neutrales de gestión del conocimiento y la memoria. Sin embargo, la neutralidad es un mito, y muchas de nuestras colecciones cargan con el peso de historias impregnadas de violencia, dominación y borrado. Esas son las sombras coloniales que habitan en nuestras estanterías. Se manifiestan en los propios orígenes de los libros, manuscritos y artefactos que las bibliotecas poseen, en las narrativas que conservan y en las voces que no logran incluir.
El acto de descolonizar nuestras colecciones es, en esencia, un acto de reconciliación. Como nos recuerda Ngũgĩ wa Thiong'o, "la mayor arma que el imperialismo utiliza y que efectivamente desata a diario contra la resistencia colectiva es la bomba cultural" (1991: 3). Las bibliotecas han sido a menudo el mecanismo para entregar esta bomba cultural, incrustando narrativas hegemónicas en la estructura más íntima de nuestros sistemas de conocimiento.
Pero confrontar esta historia no es un proceso de destrucción; es uno de reimaginación. ¿Cómo podrían lucir nuestras colecciones si priorizáramos la justicia, la inclusión y el empoderamiento de las comunidades? ¿Qué pasaría si las usáramos para arrojar luz sobre los silenciados y amplificar las perspectivas que el colonialismo trató de aniquilar?
Una historia escrita por los vencedores
El proyecto colonial no se centraba solo en explotar tierras y trabajo; también buscaba controlar el conocimiento. Los colonizadores intentaron (y lograron) definir el mundo, sus historias y sus pueblos desde de sus propios marcos conceptuales e identitarios. Las bibliotecas terminaron siendo herramientas en este esfuerzo: repositorios, no de un conocimiento neutral, sino de uno curado para justificar y sustentar la dominación.
Consideremos el saqueo de los manuscritos de Tombuctú, que representan siglos de logros intelectuales africanos, o la remoción de los códices de Mesoamérica, quemados en actos de conquista o transportados a bibliotecas europeas, donde se catalogaron como curiosidades en lugar de ser respetados como tesoros intelectuales. El Imperio Británico, por ejemplo, acumuló un vasto archivo de textos indios, no para preservarlos, sino para reinterpretarlos a través de una lente occidental que afirmara la superioridad británica.
Esta dinámica no se limitaba a los artefactos textuales. Las historias orales, las lenguas indígenas y las epistemologías diferentes fueron activamente suprimidas, consideradas "incivilizadas" o irrelevantes por las potencias coloniales. Walter Rodney, en How Europe Underdeveloped Africa, subraya este punto, comentando que las potencias coloniales buscaban destruir la autonomía cultural, incrustando su dominio en la propia manera en que las sociedades entendían sus propias historias.
Las bibliotecas fueron actores clave en ese proceso. Catalogaron el conocimiento saqueado, borraron narrativas disidentes y solidificaron las perspectivas coloniales en las mentes de varias generaciones.
Legados coloniales en las prácticas bibliotecarias
La influencia del colonialismo se extiende mucho más allá de las colecciones físicas que albergan las bibliotecas; está profundamente arraigada en los mismos sistemas y prácticas que guían su funcionamiento. Desde los métodos de catalogación hasta las políticas de adquisición, muchos aspectos del trabajo bibliotecario están enraizados en estructuras coloniales, a menudo con efectos sutiles pero persistentes.
Una de las manifestaciones más significativas de este legado se encuentra en los propios sistemas utilizados para organizar el conocimiento. Los esquemas de catalogación occidentales, como por ejemplo la Clasificación Decimal Dewey, reflejan una visión del mundo eurocéntrica, que margina el conocimiento indígena. Las historias indígenas, por ejemplo, a menudo se clasifican bajo términos como "folklore", lo que sirve para socavar su legitimidad intelectual y relegarlas a los márgenes del discurso académico y cultural. Esta estructuración jerárquica del conocimiento no solo refleja sesgos en cómo se organiza la información, sino que contribuye activamente al borrado de tradiciones culturales e intelectuales completas.
El dominio de los idiomas coloniales perpetúa aún más estos desequilibrios. Lenguas como el inglés, el español y el francés continúan dominando el panorama global del conocimiento, eclipsando a las indígenas y minoritarias. Esta hegemonía lingüística no solo aleja a los hablantes de idiomas no coloniales, sino que también refuerza los desequilibrios de poder globales, limitando el acceso al conocimiento y conservando narrativas que reflejan solo una porción reducida de la experiencia humana. Al privilegiar ciertos idiomas, las bibliotecas disminuyen, aunque sin intención, el valor de otros sistemas lingüísticos, contribuyendo al silenciamiento de voces diversas.
Además, la dispersión de los legados culturales debida al saqueo colonial ha dejado a muchas comunidades incapaces de reconectar con su propio patrimonio. Muchos manuscritos, artefactos y objetos culturales robados siguen dispersos por instituciones de las antiguas potencias coloniales, y a menudo se almacenan en archivos inaccesibles, o se exhiben de manera que carecen del contexto necesario. Esta deslocalización y fragmentación del patrimonio cultural perpetúan un sentimiento de desconexión, impidiendo que muchas personas accedan completamente a las narrativas que les pertenecen a ellas y a sus historias.
Las bibliotecas coloniales no solo eran lugares de acumulación; eran sitios donde el orden colonial se escribía, reescribía y perpetuaba. Las bibliotecas, históricamente e incluso hoy en día, han funcionado como instrumentos en la reproducción de las estructuras de poder coloniales. Los legados del colonialismo siguen moldeando la forma en que operan las bibliotecas, a menudo de manera invisible, de formas que benefician a aquellos alineados con las estructuras de poder y desfavorecen a los que no lo están.
Para comenzar el trabajo de descolonización, las bibliotecas deben reconocer y confrontar estas estructuras incrustadas. No basta con centrarse en las colecciones; también debemos desafiar y transformar los sistemas que rigen su organización, adquisición y acceso. Solo al hacer visibles estas dinámicas podremos comenzar a desmantelar los legados coloniales que aún persisten en las bibliotecas actuales.
Pasos hacia el abordaje de las sombras coloniales
Descolonizar las colecciones bibliotecarias es un proceso complejo y multifacético, que requiere un equilibrio entre reflexión y acción. No se trata de borrar la historia, sino de re-centralizar las voces marginadas, amplificar sus narrativas y desafiar los marcos dominantes que históricamente las han silenciado.
El primer paso, y quizás el más fundamental, en este proceso es reconocer las historias violentas a través de las cuales se construyeron muchas colecciones. La repatriación y la restitución son esenciales en este esfuerzo. Las bibliotecas e instituciones afines deben asumir la responsabilidad de las formas en que los artefactos, manuscritos y materiales culturales fueron tomados sin consentimiento, a menudo mediante violencia colonial. Al priorizar el regreso de la propiedad cultural robada, como se observa en el creciente movimiento por la restitución —por ejemplo, el regreso de los Bronces de Benín— las instituciones pueden comenzar a reparar algunos de los daños causados. Estos actos de restitución, aunque no resuelven todos los problemas, pueden servir como gestos importantes de sanación, fomentando un sentido de justicia y reconciliación con las comunidades cuyo patrimonio fue violentamente borrado.
Más allá del retorno material de los objetos, la descolonización también requiere que las bibliotecas pongan en el centro las epistemologías indígenas en sus colecciones y prácticas. Los sistemas de conocimiento originario, que a menudo se basan en tradiciones orales, memoria colectiva y perspectivas holísticas y relacionales, ofrecen alternativas poderosas a los paradigmas eurocéntricos que dominan la mayoría de las bibliotecas. Estas deben reconocer que el conocimiento no es una entidad neutral, sino una fuerza viva y evolutiva ligada a la tierra, la cultura y las experiencias vividas de las personas que lo crean. Esto significa comprometerse profundamente con las comunidades indígenas, amplificar sus voces y garantizar que sus perspectivas estén representadas en todas las áreas de la práctica bibliotecaria — desde la adquisición hasta la catalogación y los programas públicos.
Para hacer posibles estos cambios, es crucial transformar los paradigmas que históricamente han marginado estas voces. Los sesgos coloniales inherentes a las prácticas tradicionales de catalogación deben ser desmantelados. Muchos de los sistemas de clasificación más utilizados en el mundo, como la Clasificación Decimal Dewey o los Encabezamientos de Materia de la Biblioteca del Congreso, fueron diseñados desde una perspectiva eurocéntrica que excluye o tergiversa el conocimiento no occidental. Los marcos centrados en lo indígena, como Mukurtu, ofrecen alternativas valiosas para organizar el conocimiento de una manera más inclusiva y respetuosa. Estos marcos priorizan el contexto cultural y enfatizan la necesidad de respetar la propiedad intelectual de los pueblos indígenas. Un enfoque decolonial para la catalogación incluye revisar los metadatos, encabezamientos de materia y prácticas descriptivas para garantizar que reflejen y honren las diversas perspectivas culturales.
Igualmente importante es crear espacios para la colaboración comunitaria. La descolonización no es un esfuerzo solitario: requiere construir asociaciones con las comunidades cuyas historias, conocimientos y culturas han sido marginadas. Los proyectos impulsados por la comunidad permiten a las bibliotecas comprender mejor cómo los pueblos indígenas y otros grupos marginados quieren que sus materiales sean representados y compartidos. Esta colaboración debe basarse en el respeto mutuo, con las bibliotecas escuchando y aprendiendo activamente de las comunidades a las que sirven. Asegurar que las voces de la comunidad guíen las decisiones sobre representación, preservación y acceso es crucial para garantizar que la descolonización sea un proceso verdaderamente compartido y transformador.
Finalmente, descolonizar las colecciones bibliotecarias no conlleva solo realizar cambios en los recursos, sino también transformar la cultura institucional. Formar al personal de las bibliotecas en competencia cultural, antirracismo y prácticas decoloniales es esencial para fomentar un ambiente que apoye y sostenga este trabajo. Las bibliotecas deben cultivar una mentalidad que reconozca la necesidad de aprendizaje continuo, humildad y compromiso activo con las comunidades a las que sirven. Sin este cambio de mentalidad, el trabajo de descolonización no puede tener éxito.
Imaginando futuros decoloniales
El viaje para descolonizar las colecciones bibliotecarias es complejo y continuo, pero su potencial es transformador. Al exorcizar las sombras coloniales, abrimos la puerta a un mundo de conocimiento más equitativo, diverso y vibrante. Estas colecciones pueden convertirse en plataformas de resistencia, espacios de diálogo y herramientas para reimaginar lo que las bibliotecas pueden ser.
Como explora Walter Mignolo en The Darker Side of Western Modernity, la decolonialidad tiene como objetivo desvelar lo que el orden colonial ha ocultado e imaginar formas alternativas de ser, pensar y conocer. Las bibliotecas, en su mejor versión, tienen el poder de nutrir estas posibilidades — si somos lo suficientemente valientes como para confrontar los fantasmas de nuestro pasado.
Referencias
- Mignolo, Walter D. (2011). The Darker Side of Western Modernity: Global Futures, Decolonial Options. Durham & London: Duke University Press.
- Rodney, Walter (1973). How Europe Underdeveloped Africa. Dar-es-Salaam: Tanzanian Publishing House.
- Thiong'o, Ngũgĩ wa (1991). Decolonising the Mind: The Politics of Language in African Literature. London: James Currey Ltd.
Acerca de la entrada
Texto: Edgardo Civallero.
Fecha de publicación: 03.12.2024.
Foto: "Decolonizing research collaborations". En Swiss Academy of Sciences [Enlace].