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La taxonomía de la ausencia (11)
De crecimiento a decrecimiento
Repensar las bibliotecas y los archivos como infraestructuras ecológicas
Este post forma parte de una serie que examina cómo los sistemas de conocimiento coloniales en bibliotecas, archivos y museos borran saberes indígenas, orales y ecológicos, y explora cómo podrían desmontarse y reimaginarse desde la perspectiva del Sur Global y los márgenes. Todas las entradas de esta serie pueden consultarse en el índice de esta sección.
Introducción
Durante más de un siglo, el crecimiento ha funcionado tanto como métrica de éxito como ethos rector en Bibliotecología y Ciencias de la Información (BCI). Las instituciones han medido su prestigio por el tamaño de sus colecciones, la escala de sus instalaciones y la sofisticación de sus infraestructuras tecnológicas. La expansión ha sido sinónimo de progreso, señal de logro profesional y de relevancia institucional. Sin embargo, en el contexto de la crisis climática y de la escasez de recursos, este paradigma de crecimiento plantea interrogantes urgentes sobre la sostenibilidad. Las infraestructuras intensivas en energía y recursos de bibliotecas y archivos no pueden seguir estando desvinculadas de las realidades ecológicas que definen el presente siglo.
Este texto aboga por la introducción de epistemologías del decrecimiento en el discurso de la BCI. El decrecimiento, un marco emergente de la economía ecológica y de la teoría social crítica, no implica declive, sino que propone medidas alternativas de valor basadas en la suficiencia, la reparación y la resiliencia. Al reorientar las prácticas bibliotecarias y archivísticas desde la acumulación hacia la integración ecológica, la BCI puede comenzar a abordar tanto sus dependencias materiales como sus responsabilidades sociales más amplias.
El imperativo del crecimiento en la BCI
El imperativo del crecimiento tiene raíces profundas en la historia de la BCI. Desde las bibliotecas públicas financiadas por Carnegie a comienzos del siglo XX hasta la construcción de vastos repositorios de archivos, la identidad profesional se ha vinculado con frecuencia a la acumulación. El tamaño de las colecciones, medido en metros lineales o en terabytes digitales, ha servido como indicador principal del valor institucional. De manera similar, la construcción de instalaciones a gran escala y con control climático ha simbolizado la modernidad y la autoridad profesionales.
Sin embargo, estos modelos orientados al crecimiento tienen un costo ecológico significativo. La expansión de las colecciones exige estrategias de preservación cada vez más intensivas en energía: desde sistemas HVAC de gran capacidad hasta servidores digitales especializados. Las cadenas de suministro globales que sostienen estas tecnologías son vulnerables a interrupciones y dependen con frecuencia de industrias extractivas. En un período de creciente inestabilidad climática, estas infraestructuras corren el riesgo de volverse tanto insostenibles como desiguales.
El decrecimiento como marco para la BCI
El decrecimiento ofrece un marco alternativo que cuestiona la centralidad de la acumulación. En el pensamiento ecológico, el decrecimiento hace énfasis en la suficiencia por encima del exceso, la reparación por encima del reemplazo y la adaptabilidad por encima de la estandarización. Traducidos a la BCI, estos principios sugieren que el éxito profesional podría medirse no por el crecimiento en fondos o en metros cuadrados, sino por la capacidad de la institución para mantenerse materialmente sostenible y socialmente relevante bajo condiciones de restricción ecológica.
A diferencia de los discursos de la "eficiencia", que a menudo conciben la sostenibilidad como una optimización técnica dentro de sistemas ya existentes, el decrecimiento exige una redefinición de los objetivos institucionales. No se trata de preguntar cómo pueden crecer bibliotecas y archivos de manera más sostenible, sino de cuestionar si el crecimiento mismo debe seguir siendo el objetivo central. Este giro replantea el campo de la BCI dentro de luchas ecológicas y políticas más amplias, situando el trabajo de conocimiento y memoria como parte de las infraestructuras que sostienen la vida, en lugar de presentarlo como contenedores neutrales de información.
Ejemplos reales de decrecimiento
Aunque aún incipientes, varias iniciativas muestran cómo los principios del decrecimiento ya están moldeando la práctica bibliotecaria y archivística.
Un ejemplo es el Distrito Bibliotecario Anythink en Colorado (EE. UU.), que ha incorporado instalaciones con certificación LEED, diseñadas con sistemas de energía renovable y materiales de origen local. Aunque insertado en una economía orientada al crecimiento, el diseño de Anythink demuestra cómo las consideraciones ecológicas pueden reconfigurar la forma institucional, privilegiando la suficiencia y la reducción del impacto ambiental.
En el discurso profesional, el reconocimiento de que "el decrecimiento está llegando" ha comenzado a entrar lentamente en los debates de la BCI. En 2023 publiqué un texto en American Libraries Magazine en el que argumenté explícitamente que las bibliotecas deben comenzar a planificar escenarios de menor disponibilidad energética y de operaciones reducidas. Reflexiones como estas proponen nuevos criterios de evaluación, sugiriendo que la resiliencia y la responsabilidad ecológica deberían sustituir al tamaño de la colección o a la expansión de servicios como métricas dominantes del logro institucional.
A nivel internacional, la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA) se ha involucrado directamente con el decrecimiento en sus sesiones sobre sostenibilidad ambiental. Basándose en metodologías indígenas y en el "true cost accounting", estas discusiones subrayan la necesidad de que las bibliotecas midan su impacto ecológico y social junto con los indicadores bibliométricos convencionales. Tales intervenciones representan pasos importantes hacia la incorporación de la responsabilidad ecológica en los estándares profesionales.
Localismo, commoning y prácticas bibliotecarias
La teoría del decrecimiento enfatiza el localismo y el commoning como estrategias para reducir la dependencia de sistemas extractivos. Aplicados a la BCI, estos principios sugieren un desplazamiento desde la acumulación centralizada hacia prácticas distribuidas y enraizadas en las comunidades.
Una manifestación de este enfoque puede observarse en la proliferación de las Little Free Libraries en diversas regiones. Aunque modestas en escala, estas iniciativas impulsadas por la comunidad encarnan principios de suficiencia, circulación y gestión compartida. Desafían la idea de que el trabajo bibliotecario legítimo deba ser siempre grande, centralizado y administrado profesionalmente.
En un plano más formal, las bibliotecas que experimentan con la provisión de servicios localizados —a través de consorcios de intercambio de recursos, archivos comunitarios o estructuras de gobernanza participativa— ilustran cómo la BCI puede adoptar modelos de localismo abierto. Estos enfoques reducen la dependencia de cadenas de suministro masivas y refuerzan la resiliencia de las infraestructuras locales de conocimiento.
Reconsiderar las colecciones: suficiencia y relevancia
Repensar el crecimiento implica también reconsiderar qué significa construir colecciones. Los modelos tradicionales suelen valorizar la expansión sin tener en cuenta de manera suficiente el costo ecológico o la relevancia a largo plazo. Desde una perspectiva de decrecimiento, se sugiere privilegiar la suficiencia y la relevancia contextual por encima de la acumulación.
Esto supone comisariar colecciones que apoyen directamente la resiliencia ecológica y las prácticas de conocimiento local, en lugar de ampliar fondos de manera indiscriminada. Asimismo, exige repensar los sistemas de metadatos y de clasificación para representar adecuadamente la temporalidad, la estacionalidad y las formas de conocimiento relacional. Ajustes de este tipo acercan a la BCI hacia una práctica que, como indicadores de éxito profesional, valore más la profundidad y el contexto que la escala.
Reparación, mantenimiento y resiliencia en la BCI
El decrecimiento prioriza la cultura del mantenimiento y la reparación. Para la BCI, esto implica una identidad profesional centrada no en la expansión continua, sino en la sostenibilidad de las infraestructuras a largo plazo. Los roles del personal podrían desplazarse hacia funciones de cuidado: reparar repositorios digitales, mantener archivos comunitarios, y garantizar que las colecciones existentes sigan siendo accesibles y utilizables bajo condiciones de restricción ecológica.
Esta orientación también sitúa la resiliencia como un valor profesional clave. En lugar de aspirar a una preservación permanente mediante medios intensivos en recursos, las instituciones podrían enfatizar estrategias adaptativas que acepten la impermanencia, la redundancia y la reparación como componentes integrales de la práctica bibliotecaria y archivística.
Implicaciones para la teoría, la educación y la política en la BCI
Integrar el decrecimiento en la BCI tiene implicaciones significativas para la teoría, la educación y la política. Conceptualmente, replantea a las bibliotecas y archivos como infraestructuras ecológicas, inseparables de las condiciones materiales en las que operan. En el plano profesional, sugiere nuevas métricas de éxito: por ejemplo, reducción de la huella de carbono, integración comunitaria y capacidad de resiliencia frente a las disrupciones.
En el ámbito educativo, esto requiere incorporar la alfabetización ecológica y los marcos de decrecimiento en los planes de estudio, preparando a los futuros profesionales para gestionar instituciones en condiciones de escasez en lugar de abundancia. En el ámbito de las políticas, implica establecer estándares que contemplen no solo el valor informativo, sino también la responsabilidad ecológica y la justicia social.
Conclusión
El paradigma del crecimiento ha marcado durante mucho tiempo la trayectoria de la BCI, pero resulta cada vez más insostenible en el contexto de la crisis ecológica. El decrecimiento ofrece una alternativa: un marco que prioriza la suficiencia, la reparación y la resiliencia por encima de la acumulación y la expansión.
Al reorientar sus infraestructuras, colecciones y prácticas profesionales en torno a la responsabilidad ecológica, las bibliotecas y archivos pueden redefinir su papel en el siglo XXI. No necesitan medirse por parámetros cuantitativos, sino por su capacidad de sostener comunidades, apoyar prácticas de conocimiento local y mantenerse viables bajo condiciones de restricción ecológica.
En este sentido, las bibliotecas y los archivos se convierten en espacios de cuidado: actores ecológicos, sociales y políticos insertos en las luchas que definirán el futuro del conocimiento y de la memoria.
Esta entrada refleja la crónica "Espacios futuros", una reflexión narrativa sobre el mismo tema.